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three card monteEspero que disfruteis de la lectura de la traducción que he hecho del "Sharp and flat" de John Nevil Maskelyne.

He liberado también todo el apartado de técnicas cartomágicas. Proximamente liberaré otras lecturas igual de interesantes para que continúeis profundizando en este apasionante mundo de la cartomagia y del tahurismo. Un abrazo.

                                                                      Antonio.

 

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A lo largo de la historia en todas las latitudes objetos y obras cuyo origen se desconocen han sido atribuidos a la inventiva del diablo. No es raro por tanto encontrar topónimos en el lenguaje de los pueblos como "cueva del diablo", "puente del diablo" etc.
La invención de la baraja, cuyo origen sigue siendo un misterio sin desvelar, también ha sido atribuida a la intervención de Lucifer, sobre todo por parte de las autoridades eclesiásticas que a lo largo de los siglos han venido advirtiendo de los peligros que para nuestra alma tiene el uso de tan maléfico objeto. No es raro por tanto encontrar ejemplos como el que en 1423 protagonizó el fraile franciscano San Bernardo de Siena en Bolonia, (Italia), al pronunciar un famoso sermón en el que puso de manifiesto con mucho énfasis que los naipes eran invención del mismísimo diablo.
El puritano John Northbrooke en un opúsculo publicado en 1576 o 1579, "Contra el juego y la asistencia al teatro", afirmaba sin ningún género de duda que el diablo era el inventor de los naipes "como medio de allanar el camino de la idolatría entre los hombres".
El resultado de tanto fervor fue como era de esperar, un incremento de  la popularidad de los naipes en todas las capas de la sociedad.
La atribución al diablo de la invención de la baraja se ve reforzada por los siguientes hechos:

  • Uso que de las cartas han hecho los cartománcicos, (baraja del tarot), en la adivinación del futuro y explicación del mundo a través de estos naipes.
  • Supersticiones que se desarrollan alrededor del mundo del juego y la suerte.
  • Errónea asociación por parte de la mayoría de personas entre los términos de jugador y apostante, asociación tan profundamente arraigada que cuando se comenta que a una persona determinada le gusta jugar, le ponemos de inmediato el sambenito de jugador empedernido.