Numerosas son las obras en las que Cervantes hace referencia a las cartas, así en la novela ejemplar Rinconete y Cortadillo, escrita en 1613 se reflejan las costumbres sociales de la época así como el gran auge que los naipes tuvieron en España en el siglo XVI. Rinconete y Cortadillo son dos pícaros dedicados al "floreo" del naipe, es decir, lo que en la época descrita en la novela era la preparación de las cartas con el ilícito fin de ganar en el juego. Cuando Rinconete se presenta a cortadillo, dice:
"Tomé de mis alhajas las que pude y las que me parecieron más necesarias, y entre ellas saqué estos naipes, (y a este tiempo descubrió los que se han dicho, que en el cuello traía), con los cuales he ganado mi vida por los mesones y ventas que hay desde Madrid a aquí, jugando a la veintiuna; y aunque vuesa merced los ve tan astrosos y maltratados, usan de una maravillosa virtud con quien los entiende que no alzará que no quede un as debajo".
Obsérvese que Rinconete dice coger algunas de sus "alhajas", considerando como tal a una baraja, esto no es de extrañar, pues en la época era uno de los objetos más deseados y valorados, debido a la dificultad de su fabricación. Existen testamentos en los que la baraja era legada a los hijos como una propiedad más.
En el capítulo 24 de la segunda parte de su más conocida obra, "El Quijote, Donde se cuentan mil zarandajas tan impertinentes como necesarias al verdadero entendimiento desta grande historia", Cervantes hace su pequeña aportación al esclarecimiento del origen de los naipes.
Un personaje llamado Primo cuya profesión dice ser humanista y su ocupación, "componer libros para dar a la estampa, todos de gran provecho y no menos entretenimiento para la república", dice:
"...La tercera, entender la antiguedad de los naipes, que, por lo menos, ya se usaban en tiempos del Emperador Carlo Magno, según puede colegirse de las palabras que vuesa merced dice que dijo Durandarte, cuando al cabo de aquel grande espacio que estuvo hablando con él Montesinos, él despertó diciendo: "Paciencia y a barajar." Y esta razón y modo de hablar no la pudo aprender encantado, sino cuando no lo estaba, en Francia y en tiempo del referido Emperador Carlo Magno. Y esta averiguación me viene pintiparada para el otro libro que voy componiendo, que es Suplemento de Virgilio Polidoro, en la invención de las antiguedades; y creo que en lo suyo no se acordó de poner la de los naipes, como la pondré yo ahora, que será de mucha importancia, y más alegando autor tan grave y tan verdadero como es el señor Durandarte.