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shellgame Espero que disfruteis de la lectura de la traducción que he hecho del "Sharp and flat" de John Nevil Maskelyne.

He liberado también todo el apartado de técnicas cartomágicas. Proximamente liberaré otras lecturas igual de interesantes para que continúeis profundizando en este apasionante mundo de la cartomagia y del tahurismo. Un abrazo.

                                                                      Antonio.

 

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CAPITULO IV, REFLECTORES

Aunque no puede dudarse de la utilidad de las cartas marcadas en manos del tahúr, a menudo sucede que no puede aprovecharse de las ventajas de su empleo. Puede ser debido a que se vea obligado a usar barajas normales pertenecientes a otra persona o que las marcas efectuadas de forma apresurada mediante el anillo de Poker o la pasta sombreadora no le proporcionen la totalidad de la información necesaria para el juego en el que está comprometido. Tal vez se encuentre jugando en lugares en los que los accesorios y los métodos de marcar cartas son muy conocidos, por muchas y variadas razones el empleo de cartas marcadas puede ser arriesgado. tal vez las cartas marcadas no estén disponibles en ese momento. Tal vez el tahúr no se haya tomado la molestia de aprender un sistema de marcado y sin embargo necesita saber que cartas tiene su adversario tanto como su talentoso compañero de la pluma, el pincel o la aguja. ¿Puede preguntarse entonces como obtiene esta información?, de un modo simple, muy simple. El tahúr necesita ser duramente presionado para poder llegar hasta el final de sus recursos.

Estando las cartas marcadas fuera de cuestión, es posible obviar en gran medida su necesidad mediante el uso de pequeños accesorios conocidos como reflectores, o más familiarmente como "shiners". Estos no se usan con el objetivo de reflejar la asamblea, lejos de ello sus reflejos nada tienen que ver con la mayoría. Tanto ellos como su uso reflejan sólo en dirección al tahúr.

Como las obras de la propia naturaleza, estos útiles accesorios son fabricados de muy diversas formas, estando perfectamente adaptados a las necesidades del individuo. Del mismo modo que el hombre a evolucionado a lo largo de los siglos a partir de una primitiva partícula de protoplasma desestructurada, encontramos que estas convexidades de cristal plateado han evolucionado a partir de alguna gota de líquido más o menos inocentemente derramada sobre el tapete en épocas pasadas. Tal fue el origen de los reflectores, el tahúr de antaño confiaba en una gota de vino (1) o de cualquier otro líquido que estuviera bebiendo convenientemente derramadas sobre la mesa frente a él. Sosteniendo las cartas sobre esa gota se reflejarían sus caras sobre esa superficie líquida, para información del tahúr mientras repartía.

Aunque los tiempos han avanzado, el tahúr lo ha hecho con ellos. Vivimos en una época de lujos, no nos conformamos con los bastos accesorios que eran suficientes para el gusto más simple y menos exigente de nuestros antepasados, y en ese aspecto al menos el tahúr no es una excepción a la regla general. También se ha vuelto más puntilloso y exigente con sus accesorios, sus gustos son mucho más caros. Su reflector por tanto ya no es improvisado si no que es un accesorio muy bien construido tanto mecánica como ópticamente que le cuesta al comprarlo entre dos dólares y medio y veinticinco. No tengas en mente chelines, sí no dólares, piensa en ello, cinco libras por un trozo circular de espejo de tres cuartas partes de pulgada de diámetro. El hecho de que se pague semejante precio da idea de lo ventajoso de la inversión.

El primer registro del que disponemos respecto a la construcción de un accesorio destinado a este fin describe una caja de rape en cuya tapa se encontraba un pequeño medallón con un retrato. El tahúr al coger una pizca de rape presionaba un resorte secreto que sustituía el retrato por un reflector convexo. La caja de rape se dejaba sobre la mesa, los naipes se reflejaban sobre la superficie del espejo devolviendo al tahúr una imagen reducida de las cartas a medida que iba repartiéndolas. Un accesorio de este tipo pudo pasar desapercibido en otras épocas, pero en la actualidad los jugadores estarían indudablemente muy atentos a la caja.

Notas: 1 el empleo de una gota de vino como reflector es una idea muy interesante, aunque algo inocente, probablemente no sea algo muy práctico. Otro tipo similar de reflector que John Nevil Maskelyne no refleja en su libro es el uso de una taza de café negro. aunque es mucho más fácil de decir que de hacer, con la iluminación adecuada se pueden reflejar en ella las caras de los naipes.