Página anterior | Índice | Página siguiente |
CAPÍTULO X, DADOS
Peonzas:
Antes de concluir el presente capítulo nos corresponde dedicar un momento a los métodos para trucar este pequeño dispositivo tan conocido, la peonza o "teetotum". Merece una pequeña mención a pesar de no ser particularmente importante como se evidencia en las escasas referencias que se le hace en los catálogos. Esto es lo que uno de ellos dice al respecto:
Peonzas para jugar a "alto o bajo", cosa segura. Hechas del mejor marfil: 4 dólares, de nogal negro: 1,25 dólares.
Incluso de esta escasa información podemos deducir dos cosas. En primer lugar, que la peonza puede trucarse para caer en alto o en bajo según se necesite, de lo que se infiere que existe un pequeño trucaje en ella. En segundo lugar, que cualquiera que sea el trucaje, éste no depende del material con que la peonza está hecha, ya que el nogal negro es tan bueno como el marfil, mejor si cabe porque es más barato.
El pequeño accesorio se muestra en la figura siguiente:
fig. 60
Aquí se muestra una pequeña peonza hexagonal con puntos de dados en sus caras laterales. Se hace girar con los dedos pulgar y anular y el número de puntos obtenidos, totalmente dependiente del azar, es el mostrado en la parte superior de la peonza siempre que esta no esté trucada. Esto no sucede de este modo en las peonzas del anuncio anterior, ya que pueden fabricarse de modo que caigan en la forma deseada. El eje, en lugar de ser fijo, como debiera ser, puede girarse en el cuerpo de la peonza. Adjunto en un lado del eje y en el interior de la peonza existe un pequeño peso que puede girarse para enfrentarlo a cualquiera de las caras. La cara opuesta a aquella en la que se ha dejado el peso es la que descansará sobre la mesa cuando la peonza deje de girar.
En los Estados Unidos de América estas peonzas se usan ampliamente para apostar por la ronda de bebidas, siendo uno de los métodos favoritos de poner en práctica la trampa el siguiente; Un hombre entra en algún bar cuando el propietario se encuentra sólo y saca uno de los pequeños accesorios a los que nos hemos referido, y habiendo explicado al propietario del bar sus cualidades le induce a comprar una de estas peonzas. Con toda probabilidad el barman se pondrá manos a la obra con su nuevo juguete ganando muchas bebidas en las semanas sucesivas. Pasado un tiempo, dos cómplices del hombre que vendió la peonza se presentarán en el bar simulando estar más o menos borrachos. Naturalmente, el barman pensará que se le presenta un asunto seguro e intenta jugar contra ellos con la peonza. Se dejan perder unas cuántas apuestas simulando perder su paciencia y templanza y mostrando su deseo de apostar grandes sumas. Por supuesto que el incauto barman no tiene objeción alguna al respecto, ya que está muy entrenado en obtener los puntos que desea. Mientras tanto uno de los cómplices con el pretexto de examinar ligeramente la peonza, se las apaña para introducir otra de apariencia similar, pero que está preparada para caer en puntos bajos cuando el eje es girado en la misma dirección que se dio a la otra peonza para que cayera en puntos altos. Por tanto, el barman se convierte en víctima fácil de la trampa, gire como gire el eje, la peonza se niega a caer como él desea.
Esto agota el tema de los dados y su manipulación, si no se ha aprendido mucho en esta rama del arte de hacer trampas, es porque no hay mucho que aprender. Por simples que sean los accesorios de este tipo de tahurismo son ampliamente utilizados incluso en la actualidad, a pesar de que los métodos de empalmar pequeños objetos son ampliamente conocidos. El gran punto a favor del tahúr tanto en esta como en otras manipulaciones, es que el incauto, al no esperar ningún tipo de trampas no está atento a ellas. Es altamente probable que con los juegos de dados, haya cambiado de manos tanto dinero como en cualquier otra forma de juego de azar, excepción hecha tal vez de las carreras de caballos. Años atrás el cubilete era un objeto mucho más familiar que en la actualidad, aunque incluso hoy en muchas partes del mundo renace con una imperceptible vitalidad. Bien, aquellos que manejan dados siempre pagarán cara la experiencia y algunas veces la comprarán muy cara. Caveat emptor (1).
Notas;
1 Traducida literalmente, la expresión latina "caveat emptor" significa "cuidado por parte del comprador" o menos literalmente se traduciría como "el comprador debe asumir los riesgos". Se trata de una doctrina de la ley de propiedad en la que se establece que la responsabilidad de una compra recae en el comprador, debiendo éste poner los medios que le garanticen la calidad de lo adquirido.